Para desacreditar al adversario se cambia el relato histórico. Se ocultan unos hechos y se realzan otros según convenga. En Cataluña, por ejemplo, se han documentado invenciones y modificaciones de la Historia en los libros de texto. Hay instituciones dedicadas exprofeso a divulgar esta nueva Historia donde se llega incluso a afirmar la catalanidad de personajes históricos de sobra conocidos como Santa Teresa, Cristóbal Colón, o Cervantes, reyes, científicos, etc. y los acontecimientos se cuentan interpretando los hechos desde la culpabilización. Se pinta a los castellanos como represores y malvados. Sólo hay que echar un vistazo a las tarjetas explicativas y folletos de los museos gestionados por la Generalidad. Un intento de sustituir la Historia por una ficción que sustente su ideología. El falseamiento de la Historia es una manipulación de doble capa. No sólo miente sobre el presente, sino que se intentan borrar los referentes del pasado, los hechos que hablan de quién es quién, del origen de los problemas, de los antecedentes de un país o una institución. Desfigura el ejemplo y el legado de hombres y mujeres que lucharon y en algunos casos dieron su vida por unos principios. Es, pues, una corrupción especialmente grave pues nos roba la identidad.