Analizamos este artículo de opinión del periodista David Jiménez, antiguo director de El Mundo y autor de "El Director" (libro que critica duramente la politización del periodismo en España), y actual colaborador del New York Times, periódico progresista norteamericano.
Es un buen ejemplo de cómo un periodista que apela a la honestidad informativa y defiende la objetividad peca, como tantos otros, de los mismos defectos que señala: la corrupción moral de manipular los hechos desde su ideología, obviando los pecados de sus preferidos y ensañándose con sus contrarios.
Se puede ser un periodista declaradamente de izquierdas o de derechas, pero en CC no consideramos lícito manipular el discurso para procurar simpatías o demonizar al contrario.
Este análisis tendrá en cuenta que se trata de un artículo de opinión, no una noticia.
La solución que el autor da a «Cómo derrotar al odio» es: «una necesaria reforma educativa que fomente el pensamiento crítico, los valores democráticos, el cuestionamiento de las ideas propias, el aprendizaje para diferenciar información de manipulación y el fomento de la tolerancia».
La solución propuesta nos parece acertada, pero ¿es este artículo lo que D.J. entiende por diferenciar información de manipulación y el fomento de la tolerancia?
¿Qué políticos y gobiernos están promoviendo leyes educativas que rebajan ostensiblemente la capacidad crítica del ciudadano? ¿Son de Vox y sus "radicales"? ¿O es Podemos? El PSOE y su socio de gobierno han aprobado leyes que rebajan los requisitos para pasar de curso, orillando las disciplinas humanísticas como la filosofía o la religión, imponiendo por ley una versión de la historia que oculta los crímenes de un bando, procurando la asfixia de los centros de educación especial, y fomentando que los jóvenes se preocupen principalmente por cuestiones como a qué sexo quieren pertenecer. Ocultación de datos fundamentales para entender el problema
La primera cuestión que llama la atención es la escasez de referencias o de críticas al gobierno actual de Pedro Sánchez (sólo hay una y breve). Habla, eso sí, de su socio de gobierno (Podemos) tachándolo de extremo, pero parece como si nada tuviera que ver la coalición y la aceptación de tal socio, con el PSOE. El extremismo de Podemos, según el autor, no salpica a los socialistas.
D.J. se refiere a una estadística publicada por Cuatro, sobre el índice de radicalización de la juventud española, que se cifra en el 25%. Es decir, que el 75% no esté radicalizado parece que no es relevante. Tengamos en cuenta que es a esa edad cuando todo el mundo se radicaliza. Tema irrelevante para el asunto de la noticia
En seguida llegamos a los señalamientos de "los culpables": Vox y Podemos. Para D.J. ambos son populistas y responsables de la crispación política. Parece sugerir que el PSOE no lo es y nos preguntamos qué hay en el PSOE actual que NO sea populista.
Sin duda que habrá alguna similitud entre Podemos y Vox, pero echamos de menos una aclaración al respecto. En CC se nos ocurren diferencias, algunas de ellas considerables: las pedradas y la violencia que sufren los políticos de Vox en sus actos de campaña siempre van en la misma dirección. Aún no se ha visto a ningún grupo de Vox reventando o apedreando a unos concentrados de Podemos.
El señor Jiménez cae en una falacia muy frecuente: la de pensar que responder a las provocaciones es también una provocación, sea cual sea la forma de respuesta. Si los líderes o simpatizantes de Podemos provocan, insultan, apedrean o abusan, y Vox denuncia tales acciones, para el Sr. Jiménez quedan en el mismo plano. Interesante perspectiva.
La querencia ideológica del autor aparece claramente: «La indignidad con la que se ha comportado la ultraderecha española durante estos meses no tiene comparación entre las democracias liberales». La andanada es dura. Primero, no aclara dónde estriba la radicalidad de Vox (no la aclara nadie, es un mantra), y, segundo, la coloca en lugar destacado de todas las democracias liberales, nada menos Conclusión sacada de antemano habiendo como hay partidos declaradamente ultraderechistas en varios países de Europa. Estos son los pecados que el Sr. Jiménez atribuye a Vox:
- acusó al gobierno de aplicarles la eutanasia a los ancianos. Dentro de un discurso político, la expresión es, como poco, lúcida, dado que el gobierno de Sánchez ha sido con posterioridad el artífice de tan vergonzante ley. Recordemos que el entonces vicepresidente Iglesias dijo hacerse cargo de las residencias y no se volvió a saber nada más al respecto. Se aisló a los ancianos, no se permitió el acceso de nadie ni su traslado a los hospitales (careciendo la mayor parte de las residencias de equipos para tratar enfermedades infecciosas como la COVID19), y en algunas ocasiones se les tuvo que dejar morir por causa del famoso triaje.
- ante las medidas de confinamiento, alentó la teoría de que el país se dirigía hacia un régimen totalitario. Hay en este portal pruebas de que el gobierno Sánchez utilizó el estado de Alarma para objetivos políticos, personales y de partido que nada tenían que ver con la pandemia. El objetivo político más obvio, atacar al gobierno de la Comunidad de Madrid por todos los medios, simplemente porque es de otro partido y tiene éxito electoral. Pero si eso no fuera suficiente, el Tribunal Constitucional nos ha dejado jurídicamente claro que no era ésa la herramienta legal correcta, y el Tribunal Supremo que no eran imprescindibles los confinamientos generales. Los pasos dados por Sánchez y por su gobierno de coalición quizá no den aún para un cambio de régimen, pero sí han logrado la mayor degradación institucional desde el 78. En este portal hay un repaso somero a ese abuso del Estado de Alarma y a dicha degradación Ocultación de datos fundamentales para entender el problema .
- ante la solidaria respuesta de los ciudadanos con sus sanitarios, insistió en dividir a los españoles en patriotas y traidores. Ignoramos a qué se refiere. Información inconsistente . El aplauso de las 8 no parece una solución para los problemas de la sanidad española en medio de una pandemia. Especialmente si no se toman medidas de aumento de personal y de presupuesto, o si se critica la creación de hospitales ad-hoc sólo porque lo promueven adversarios políticos.
En este párrafo encontramos una leve alusión al Presidente Sánchez:
«... una oposición racional habría sido más efectiva frente a la falta de transparencia y los errores del presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez».
Veamos con qué amabilidad trata los errores gubernamentales, en una de las gestiones más desastrosas del mundo (segundo lugar en número de muertos por millón de habitantes, mayores tasas de paro del mundo, mayor afectación del PIB, mentiras continuas en sus declaraciones públicas –algunas publicadas hasta en CNN– etc.). Esperamos que el Sr. Jiménez aclare en algún otro artículo qué es una oposición racional y por qué pasa con ese sigilo por encima de los "errores" del Presidente Sánchez.
«Pero el sectarismo no es patrimonio exclusivo de la derecha». Obviedad que al declararse indica una intencionalidad ideológica Está bien que lo aclare. Empezábamos a dudarlo.
«Mientras decenas de personas morían cada día en los hospitales, asistimos al espectáculo de Vox y Podemos acusándose mutuamente de querer llevar al país a otro enfrentamiento civil» Media verdad . El Sr. Jiménez oculta (porque lo sabe) que todas las iniciativas guerracivilistas de la presente legislatura (si nos fuésemos a la de Zapatero, se alargaría mucho el artículo) han sido íntegramente del PSOE-UP: leyes de censura, Ministerio de la Verdad, Memoria selectiva imponiendo una sola versión de lo sucedido en España en los años 30 (principalmente para ocultar el golpe de estado del PSOE en 1934, verdadero comienzo de la Guerra), traslado de los restos del General Franco, rumores sobre la demolición del Valle de los Caídos, y un largo etcétera. No se conoce por parte de Vox o el PP más que la lógica denuncia de estos intentos de tapar con esta munición emocional e ideológica otras cuestiones y problemas más acuciantes. Y no sólo leyes guerracivilistas sino leyes que dividen a la población y que afectan a campos sensibles como la educación, el modelo de familia, la defensa del Derecho a la Vida desde la concepción hasta la muerte natural. Leyes a las que el PSOE, parapetado tras la situación de crisis y pandemia, ha arrebatado el debate y ha expulsado a los interlocutores con el más leve aroma conservador, impidiéndoles, por ejemplo, participar en las comisiones parlamentarias. Y para qué hablar de la demonización y señalamiento continuo hacia el tercer partido en el Parlamento, con casi 3 millones de votantes.
«Todo se juzga desde la trinchera política y se estira hasta el absurdo. La defensa de derechos de los refugiados, el medioambiente —incluido el uso de bicicletas— o la lucha contra el machismo se etiquetan como causas de izquierdas. El impulso al emprendimiento, la disciplina en las escuelas o la unidad territorial del país se catalogan como de derechas. Los dictadores extranjeros son buenos o malos según la afinidad de cada bando. Y los partidos políticos reciben lealtades irracionales sin importar su comportamiento, como si fueran equipos de fútbol.» Excelente descripción, a nuestro entender, del clima de sectarismo, partidismo y corrupción moral que reina, por desgracia, en la política y los medios españoles. Dos bandos, con dos paquetes ideológicos muy bien especificados, a los que una parte de la población se adscribe sin mediar crítica, criterios o hechos.
El autor relata entonces su experiencia al volver a España después de una larga temporada en el extranjero, encontrándose una España dividida y enfrentada.
«Una clase política sin escrúpulos, con el entonces gobernante Partido Popular de José María Aznar a la cabeza, explotó la situación y los ciudadanos caímos en su trampa». Información falsa El autor parece echar la culpa al Sr Aznar de la fea maniobra del PSOE tras los atentados terroristas del 2004, con una campaña de SMS que dio el vuelco a los resultados electorales. La utilización de las víctimas de la violencia no es nada infrecuente en el PSOE.
«Solo si rechazamos electoralmente a quienes promuevan el sectarismo y el enfrentamiento, especialmente cuando aseguren defender nuestras ideas, devolveremos el debate a los parámetros de la educación y el respeto. El diálogo y la moderación, que los radicales equiparan con la traición, deben ser premiados en las urnas.» Flagrante contradicción Estamos de acuerdo. Lo que lamentamos es que el Sr. Jiménez haya decidido no abordar la acción de gobierno de Pedro Sánchez y sus iniciativas radicales y de enfrentamiento (entre territorios, entre sexos, entre orientaciones sexuales, entre feministas y entre todo colectivo susceptible de enfrentarse a otro), siendo como es, a nuestro entender, fundamental en la situación de crispación política y graves problemas macroeconómicos.
En definitiva, un artículo con preocupantes silencios y muy evidentes señalamientos que no responde a la situación real. Nos unimos a los deseos de David Jiménez pero quizá podría disimular mejor su simpatía por el partido en el gobierno, principal responsable.