Mentiras y mitos sobre el aborto

La gran mentira sobre el aborto

Aunque se ha publicado extensamente numerosa documentación sobre el comienzo de la vida humana en el campo de la Genética, la Biología, la embriología y otras disciplinas médicas, queremos resumir las más importantes mentiras que se divulgan por los medios generalistas y muchas instancias oficiales en torno a este tema.


1.- El aborto ¿es realmente un derecho? No, no es un derecho natural sino inventado por  parte de ciertas ideologías y partidos políticos. Y no lo es porque choca frontalmente con el derecho a la vida, que tiene un rango superior, según cualquier código jurídico o ético-moral. Entre otras razones, el derecho a la vida pertenece a los Derechos Humanos aprobados por todas las naciones.

El derecho a matar no existe, aunque se practica desgraciadamente en algunos países que cuentan con leyes de eutanasia y aborto. Sólo el Estado, a través de la Justicia puede aplicar una pena capital como castigo por un delito grave, tras una sentencia condenatoria.


2.- No hay vida en el feto. Esto se les dice a las mujeres que van a abortar en las clínicas abortivas, pero evidentemente es falso. Hay una vida desde el momento en que la mujer se queda embarazada. Como todos sabemos, el embarazo es el primer periodo de desarrollo de esa nueva vida, de esa persona que ha comenzado ya su proceso vital en la concepción. Si no lo “interrumpimos”, como suelen decir los defensores del aborto, a los 7-9 meses veremos a un bebé ya preparado para la vida fuera del útero materno. El hecho de “interrumpir” significa simple y llanamente matar a ese niño mientras está en desarrollo. La prueba de vida es sencillamente la necesidad que algunos tienen de “interrumpir” esa vida. Sin la interrupción, la vida sigue.

El feto tiene su propio ADN (su “carnet” vital, la prueba de su ser irrepetible y único en el mundo) lo que le confiere su personalidad desde el punto de vista físico. En el ámbito de la Justicia, se utiliza el ADN como método para identificar a los individuos en la investigación de delitos u otros conflictos. ¿Por qué en el caso del feto no vale como prueba de personalidad?

Exceptuando los trasplantes, nadie puede tener en su cuerpo una parte con otro ADN distinto. Y si es distinto, entonces las feministas por-aborto mienten cuando dicen que deciden sobre su propio cuerpo.

El feto también tiene su propio corazón desde el día 16 de embarazo, con un latido independiente del de la madre, y un grupo sanguíneo propio. Nadie con concimientos básicos de medicina puede afirmar que eso es un “coágulo de sangre” o un “conjunto de células”. También un adulto sería un conjunto de células desde esa perspectiva y no se permite su asesinato.


3.- El feto no sufre. Se ha documentado el aumento de la frecuencia cardíaca del feto que está siendo sometido a un aborto: su desmembración y aspiración mecánica en vida. También se puede ver cómo lucha contra los instrumentos que lo intentan desmembrar. Obviamente el feto no puede gritar ni quejarse, pero no se puede afirmar que no sufra, sino todo lo contrario.


4.- Es una interrupción del embarazo. No, no es una interrupción porque no se puede reanudar. Es la terminación violenta de la vida que está en desarrollo. Es una muerte provocada. La palabra “interrupción” es un eufemismo que la industria del aborto necesita utilizar para esconder y maquillar lo que están haciendo. Sería demasiado duro decir “vamos a ayudarte a terminar con la vida de tu hijo”, pero eso es exactamente lo que sucede.


5.- No es persona. El razonamiento jurídico de que el feto “no es persona” es sólo un juego de palabras que se utiliza como subterfugio pseudojurídico. ¿Cómo es que al dar a luz la madre, de repente, es persona y antes no? ¿Podríamos afirmar que dentro es una cosa y fuera otra? Si se quiere construir esa ficción jurídica, claro que se puede. También los nazis legislaron de forma evidentemente injusta, pero sus leyes tenían apariencia de ley, y para ellos, eran justas.

Hay teorías que pretenden conferir el estatus de persona en determinados estadios de desarrollo. Si mide tal, si tiene el cerebro cual, etc. Pero no hay ningún criterio científico en ello. Se trata de opiniones discrecionales, pero que en ningún caso superan al hecho de la concepción como punto claro y conciso de comienzo de esa vida independiente.


6.- Nadie las obliga a abortar. Directamente no, pero indirectamente sí. El actual sistema sanitario y político está pensado para favorecer la decisión pro-aborto. No hay apenas medidas de apoyo a las madres en apuros. Se difunden ideas pro-aborto continuamente, llamándolo “derecho” y se demoniza a las organizaciones pro-vida como “ultras” que acosan. Si ofrecer una ecografía a una madre que piensa abortar para que vea con sus propios ojos lo que guarda en su seno es acosar… Entonces podemos emplear los términos que deseemos si lo que queremos es manipular.

Los organismos supranacionales como la OMS, la ONU, el FMI e infinidad de gobiernos no sólo apoyan el aborto sino que lo financian. Incluso chantajean a las naciones en desarrollo, amenazando con retirar fondos de ayuda si no implementan el aborto en sus sistemas jurídicos.

Todo esto forma parte del negocio del aborto. Sus clínicas por todo el mundo tienen beneficios millonarios.


Para algunos políticos, el gasto de matar (a los no nacidos o a los mayores que lo desean en una situación desesperada) es mucho menor que el cuidar y apoyar la vida desde que comienza hasta que termina de forma natural. La agenda globalista que se ha manifestado en múltiples ocasiones en su deseo de “disminuir la población del mundo” no se para ante nada para llevarla a cabo. Eso sí, no lo hace violentamente, sino con eufemismos y bellas palabras, como haciendo un favor a los que desea la muerte.


La población, engañada por estos eufemismos, no se da cuenta de la gravedad de esta situación y se mantiene callada ante la fuerte presión ambiental y mediática contra los que osan oponerse a estas prácticas. Las organizaciones provida piden la penalización del aborto y la eutanasia, el desarrollo de los servicios de cuidados paliativos, la defensa de la vida en todas las ocasiones y medidas activas de apoyo a la maternidad, entre otras razones, para evitar el invierno demográfico.


Pero no se trata sólo de una cuestión política y demográfica, sino un principio básico como es la defensa de la vida. O dicho de otra manera, se trata de parar el suicidio social y moral al que estamos asistiendo.


El Tribunal Constitucional español admitió a trámite hace una década el recurso contra la ley del aborto, pero ha decidido dejarlo en un vacío legal desde entonces, para que no se cumpla la defensa del derecho a la vida que la misma Constitución consagra. ¿Serán conscientes sus magistrados de la responsabilidad moral que ello les supone?

Ciudadano Crítico