La verdad sobre el aborto

Qué es un aborto

- Hay dos tipos de abortos: inducidos y expontáneos. Los expontáneos se producen de manera natural, sin intervención humana. El bebé muere por diversas causas médicas (malformaciones, por ejemplo) o por causas desconocidas. En esta sección hablaremos del aborto inducido, que es una intervención humana para causar voluntariamente la muerte del feto (ser humano en desarrollo en el útero de su madre).

Un aborto, por tanto, es acabar con la vida de un ser humano en el seno materno.


Dependiendo del estado de desarrollo de esa vida, el aborto se realiza por unos u otros medios: farmacológicos o físico-químicos.

¿Por qué abortan las mujeres?
La casuística es muy amplia. Atendiendo a las estadísticas, la inmensa mayoría lo hace porque no desea tener un hijo en ese momento por problemas económicos, laborales, de pareja, o personales. En un tanto por ciento muy alto, son presionadas por padres, pareja y su entorno familiar, en muchos casos hombres que abandonan a su suerte o coartan a la mujer para evadir su responsabilidad. Cuando una mujer está embarazada de hecho ya es madre. Por lo tanto no se trata de decidir si se quiere ser madre o no (porque ya se es madre para siempre), sino de suprimir la vida en desarrollo, es decir, matar a su hijo/a porque no desea que siga existiendo ni termine su desarrollo uterino en el nacimiento. Ser madre de un hijo abortado, a diferencia de lo que da a entender el abortismo, no es una solución ni el problema acaba con el aborto.

Tener un hijo conlleva una serie de responsabilidades y hay mujeres que no se lo plantean hasta que ya son madres. El uso de las relaciones sexuales sin tener en cuenta para lo que son suele desembocar en estas situaciones complicadas. Otras veces se confía en exceso en medios contraceptivos sin saber que éstos no son infalibles. El único método infalible para no ser madre es no tener relaciones sexuales.

En cualquier caso la "maternidad forzada" es sólo una cortina de humo, puesto que, de no desear "cargar" con un hijo toda su vida, puede darlo en adopción y así hacerse cargo de su responsabilidad como madre gestante y a la vez darle a su hijo el cuidado y la educación que ella, quizá, no quiere o no puede dar. Hay miles de familias deseando acoger a un hijo en adopción, pero la burocracia para adoptar es mil veces más complicada y extenuante que la oferta para abortar.

En otros casos, muy minoritarios, existen razones médicas, malformaciones, peligro para la salud de la madre, o circunstancias trágicas en la concepción del bebé como la violación (estos casos no superan el 1%). Sin embargo, el bebé concebido en una violación: 1) no es distinto en sí mismo a un bebé concebido en otra situación; 2) no tiene sentido que pague con su vida por los crímenes de su padre; 3) su aborto no va a deshacer la violación ni el dolor que ésta ha generado; 4) en lugar de hacer "desaparecer" el problema, añadirá otro al ya existente: la culpa de haber sentenciado a muerte a un inocente.

 

La fórmula de la interrupción voluntaria del embarazo

- En la literatura legal y en casi todos los textos favorables al aborto, se lo denomina «interrupción voluntaria del embarazo». Es una fórmula eufemística. ¿Podríamos llamar al asesinato de una mujer por su pareja, por ejemplo, «interrupción voluntaria del curso vital  del cónyuge por motivos emocionales»? No parece muy adecuado, ¿verdad? Sería más honesto llamarlo asesinato, puesto que eso es lo que es.
¿Es una interrupción? En sentido extricto no, porque no hay vuelta atrás. Una vez el feto muere, no hay remedio. En una interrupción normalmente hay una reanudación del proceso.
¿Es voluntaria? Si hablamos de la voluntad de la madre, sí, claro. Si hablamos de la voluntad del niño en formación, probablemente no.
¿Qué es un embarazo? Es el proceso de desarrollo de un niño en el vientre de su madre.

¿Por qué hay tanta gente a favor del aborto?

  • Por ignorancia. No son plenamente conscientes de lo que es y se dejan convencer por los eufemismos utilizados, y por las justificaciones de sus impulsores.
  • Por interés económico. El aborto es un enorme negocio de miles de millones de euros, del que viven grandes corporaciones como Planned Parenthood o en España, ACAI, la patronal de clínicas abortivas.
  • Por ideología. En algunas ideologías se manipulan los conceptos y la realidad del aborto, presentándola como un derecho básico, o deshumanizando al niño no nacido. Actúan como si el niño no existiera como ser humano independiente, y así hablan de «nuestro cuerpo, nuestra decisión». Suelen presentar el hecho de ser madre como una imposición social, olvidando que, por lo general, fueron ellas mismas las que decidieron tener relaciones sexuales. Siempre existe la opción nihilista de presentar el mundo como una imposición sucesiva de acontecimientos, pero es una perspectiva claramente sesgada. Pretenden convencer a los demás que no se es madre hasta que se acepta la existencia del niño no nacido, y por eso hablan de «maternidad impuesta» y de libertad de decisión. Pero todos estos razonamientos se basan en propuestas emocionales y en la negación de la existencia de un ser humano vivo y en desarrollo en su seno.
  • Por planificación política. La ideología predominante hoy en el mundo (el globalismo) está impulsada por las grandes fortunas mundiales y por organizaciones globales que están al dictado de estos pequeños grupos y uno de sus declarados objetivos es la reducción mundial de población. Arguyen que el mundo tiene ya demasiada gente y el aborto es el método más eficaz para evitar que nazcan nuevas vidas. Más adelante hablaremos de estos planes contra la natalidad que son fácilmente comprobables en los sitios web de estas organizaciones, entre los que se encuentra la promoción activa de estilos de vida estériles por necesidad como el transexualismo y la homosexualidad.
  • Por la propaganda pro-abortista que inunda los medios de comunicación, los partidos políticos y casi todas las instancias sociales. Esta propaganda está asentada en una enorme financiación y en la presión social derivada de la misma.
  • Porque los niños no nacidos no votan, ni pueden defenderse. No hablan ni gritan. Mueren asesinados en el silencio de los abortorios y son despachados como «desechos sanitarios». La mayoría de la sociedad mira hacia otro lado porque ignoran estos hechos o no les preocupa porque no afecta a su vida directamente.
  • Por deshumanización de la sociedad. La falta de referentes morales hace que cada cual se haga una moral adhoc que puede estar o no ligada a los valores de la ley natural, como por ejemplo, el respeto a la vida humana (a todas las vidas humanas). La vida como algo sagrado ha sido siempre un valor máximo en las sociedades de tradición cristiana, y en el Cristianismo. El relativismo de las sociedades occidentales que han abandonado el cristianismo hace que la vida se vea cada vez más como algo relativo que depende de otros factores (incluso al capricho o la conveniencia económica), llegándose, como en el caso del aborto, a la situación actual en que una persona tiene la facultad legal de decidir sobre la vida y la muerte de otra, sin consecuencias penales. Es la institucionalización de la ley del más fuerte, o de la ley de la selva.

¿El aborto es un servicio médico?

No. Todos los servicios médicos están dirigidos a salvar vidas, a mejorarlas o a paliar el sufrimiento del paciente.

El aborto es la única intervención médica en el que se busca la muerte de un ser humano. Es «exitosa» sólo si el feto muere.

Esta es la razón de que la gran mayoría de la profesión médica se declare objetor de conciencia ante la posibilidad de tener que llevar a cabo estas intervenciones por presión legal o ideológica.

¿Qué significa derechos reproductivos, o salud reproductiva?

Nada. Son eufemismos que utilizan los defensores del aborto para ocultar lo que de verdad es. Se utilizan en los textos legales y en la publicidad, por ejemplo, de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, o la Agenda 2030. Dado que el aborto es, en realidad, un crimen, tratan de ocultar esa realidad mediante palabras complicadas y nuevas expresiones que tergiversan el significado. Si no lo hicieran así no obtendrían el respaldo social o el desinterés de la población.

¿Es el aborto una cuestión estrictamente religiosa?

No, en absoluto. Los conocimientos que nos indican que la vida humana empieza precisamente en la concepción son de carácter científico.

En todos los libros de Medicina, Biología o Embriología se detalla cómo se origina la vida en el momento en que el óvulo se une al espermatozoide y forma un nuevo ser con un código genético diferente al de sus padres. En ese código están todas sus características únicas e irrepetibles: su color de ojos, pelo y piel, su estatura, su sexo, etc.

Estos procesos incluso se han filmado y mostrado en reportajes de National Geographic, gracias a los enormes avances técnicos en microscopios electrónicos, conocimientos del genoma humano y en técnicas de filmación audiovisual.

Por lo tanto, toda persona que defienda la dignidad de la vida humana debería estar en contra del aborto, con independencia de sus creencias religiosas o de sus convicciones políticas.


¿Por qué entonces los grupos de católicos están tan en contra del aborto?

Porque sus convicciones no están tan sujetas al vaivén de las modas, las corrientes ideológicas o la corrección política, sino que están ancladas en unos principios eternos, inmutables que, según su visión del mundo, han sido revelados por Dios a los hombres.

El cristianismo, cuna de la civilización occidental, y base ética y cultural de Europa y Occidente hasta hace pocas décadas, puso los cimientos de los Derechos Humanos, y del primero de ellos, el derecho a la Vida, sin el que los demás no se pueden disfrutar.

Es del todo lógico que sean los cristianos quienes hayan asumido el papel de recordar al resto de la sociedad la inviolabilidad de la vida humana, su defensa a ultranza, y la perniciosidad de las corrientes ideológicas que toman la vida como un bien a su disposición para quitarla o mantenerla.

¿Es el aborto un derecho?

Hay que distinguir entre una acción LEGAL y un DERECHO. Pretenden convertir el aborto en derecho haciéndolo legal por medio de leyes aprobadas por gobiernos proabortistas pero, en esencia, no es un derecho ya que colisiona con el derecho a la vida de los niños no nacidos. No existe verdadera base en el derecho natural.

Las leyes no siempre son justas. El ejemplo más claro lo tenemos en las leyes de la Alemania nazi con respecto a los judíos. En aquella época, el asesinato masivo de judíos fue perfectamente legal. Igualmente las leyes que promueven el aborto como un derecho tienen la legitimidad política de la mayoría que las votó, pero no la legitimidad moral.

Los derechos no pueden «inventarse» sólo porque exista un grupo social o una ideología que lo defienda. El Derecho tiene unas fuentes (la ley natural es la primera de ellas) de las que emana. Se suelen considerar los Derechos Humanos (fieles a la ley natural) como la base de todos los demás derechos, y el aborto no respeta el elemental derecho a la vida del no nacido. El aborto no está ni estará jamás entre los derechos humanos auténticos, porque el primero de ellos, la vida, es el primero que se conculca en un aborto.

 

¿Entonces por qué algunos medios repiten continuamente lo de que el aborto es un derecho?

Lo ignoramos, pero podemos suponer que por intereses económicos, ya que el proabortismo está financiado de manera muy generosa. Periodistas y tertulianos repiten las consignas pero no sabemos por qué razón de las reseñadas en el punto 3 lo hacen.

¿Qué ocurre en un aborto?

La mayoría de la gente que apoya el aborto o que mira hacia otro lado no es consciente de lo que ocurre en un aborto. Existen numerosos vídeos en YouTube y en otras plataformas sobre las praxis de los abortorios. Si la gente tuviera oportunidad de verlos la gran mayoría dejaría de ser proaborto en ese instante. Más abajo se pueden ver algunos ejemplos.

Las maneras en que los «médicos» abortistas acaban con la vida de los bebés son pura violencia.
- Si el feto es muy pequeño se utiliza una pastilla que induce el aborto de manera hormonal (química). Se corta el aporte de nutrientes al niño y muere por inanición. Es una intervención peligrosa también para la madre, que expulsa el niño muerto como lo haría con la menstruación.
- En otras ocasiones se inyecta una solución salina en el útero que literalmente quema al bebé químicamente.
- Con o sin solución salina, la persona que ejecuta el aborto utiliza después unas pinzas metálicas dentadas para desmembrar al bebé. Trocea su cuerpo. Le arranca las piernas, los brazos, el tronco, y finalmente aplasta su cabeza y la saca.
- Finalmente reúne las piezas del bebé fuera del útero de la madre, como un puzle, para ver si está todo.

Por supuesto todo esto sucede sin el conocimiento de la madre. En los abortorios se intenta, sobre todo, ocultar los hechos o maquillarlos. Se le prohibe a la madre ver la ecografía de su bebé (se gira la pantalla para que no lo vea), ni se la permite escuchar el latido del corazón del bebé. Con frecuencia le dicen que el niño viene mal sin razones objetivas para afirmarlo, o que en realidad «no es nada» o «es un coágulo de sangre». Se intenta acelerar el proceso lo máximo posible sin que la madre tenga tiempo para pensar. O impiden la presencia en la «clínica» de familiares o de la pareja que pudiera convencerla de que elija dejar vivir al niño.


Vídeos donde se explica un aborto
https://www.youtube.com/watch?v=k860hLDmlvk
https://www.youtube.com/watch?v=5THDmys8z30

Experiencia del Dr. Levatino después de 1.200 abortos
https://www.youtube.com/watch?v=OMQkcg_g-Uk&t=596s

¿Por qué se habla de acoso en las puertas de los abortorios?

Existen grupos de personas pertenecientes a asociaciones provida y otros grupos, algunos religiosos, que se colocan en la puerta de los abortorios con la intención de convencer a las mujeres de que no aborten o rezando por ellas para que Dios las ilumine y las proteja a ellas y a su bebé.

En los medios de comunicación hablan de «acoso» a las mujeres, y los gobiernos proaborto aprueban leyes que intentan prohibir o limitar la presencia de estos grupos. Pero ¿es realmente acoso?

Según la RAE acosar es «perseguir, sin darle tregua ni reposo, a un animal o a una persona» y según el derecho «acechar a una persona de manera reiterada e insistente alterando gravemente el desarrollo de su vida diaria».

No parece que entregar un folleto, comenzar una conversación o rezar en silencio en la calle frente a un abortorio, encajen en la definición de acoso. Por el contrario, son derechos fundamentales el rezar públicamente, o el comenzar conversaciones o entregar folletos (igual que se entregan folletos a la puerta de los restaurantes o en las manifestaciones, o igual que cualquiera de nosotros puede hablar con un desconocido y hacerle preguntas, sea para una encuesta o por cualquier razón).

Se utiliza, por tanto, el concepto de acoso de forma subjetiva y no ateniéndose a criterios objetivos, con lo cual será difícil o imposible que las leyes hechas a la medida de la patronal abortista ACAI en defensa de su negocio logren el propósito que persiguen: ahuyentar a los grupos provida y que las mujeres sólo vean y oigan lo que las «clínicas» quieran y que se silencie el derecho a la vida del no nacido.

Como ya se ha dicho, el proabortismo goza de la simpatía de gobiernos progresistas, instituciones supranacionales (ONU, UE, grandes ONG como Cruz Roja o Médicos Sin Fronteras), y de la izquierda cultural (farándula, famosos, periodistas más conocidos), y está profusamente financiado. Han desarrollado un sofisticado marketing con conceptos y expresiones eufemísticos que logran convencer con mentiras y manipulaciones claramente contrarias a la ciencia más elemental. Y esto es lo que se difunde mayoritariamente por los medios masivos.

Existe también una gran masa de personas indiferentes o equidistantes con el aborto, que aunque no son partidarias de abortar, les parece «justo» que exista la libertad de elegir si matar o no matar a su hijo, para lo cual utilizan la fórmula de la «interrupción del embarazo». Es decir, para estas personas el no nacido no merece el beneficio de la protección legal, aunque jamás admitirían que la ley no protegiese su propia vida. Es como si la vida del no nacido, por su tamaño o por el lugar donde se desarrolla, no tuviera el mismo derecho a la vida que un adulto o que un niño de corta edad. Otros afirman que no podemos «imponer» la ciencia cuando dice que la vida humana comienza en la concepción y que las madres pueden humanizar o deshumanizar a sus hijos según sus propios criterios, según quieran o no aceptar su maternidad.

En realidad es gracias a esta masa de indiferentes y relativistas que el aborto sigue siendo una realidad en nuestra sociedad occidental. Con su inacción y silencio, otorgan una cierta legitimidad a la gran industria del aborto.

El aborto eugenésico

Una de las derivas de la antropología actual es la de la ingeniería social: construir una humanidad sin defectos ni taras, a la medida de un determinado "modelo" de ser humano que no dé problemas, ni cause gastos más allá de lo estrictamente necesario. Un humano que sea buen consumidor, trabajador, muy útil y rentable. El debate sería si los seres humanos estándar son tan sanos y productivos, o causan tan pocos problemas como se pretende, sobre todo al compararlos con los que no pasan el corte.

Observando esta deriva llegan ecos de la Alemania nazi y su búsqueda de la perfección de la raza aria.

Cuando el hijo concebido no se ajusta a los cánones del superhombre (sano, completo, operativo) se les dice a los padres y a la sociedad en general que aborten a sus hijos cuando éstos tienen una malformación, una enfermedad o discapacidad, o cuando son personas con síndrome de Down. Así como se hacen películas y se lanzan mensajes culturales defendiendo la "diferencia" y la "pluralidad", en cambio sólo se permite vivir al modelo humano estándar, por más que se les llame a los Síndrome de Down "personas especiales" y se pretenda ser muy inclusivos con ellos. La realidad es que cuando los padres son informados de esta anomalía genética, muchos piden el aborto de ese niño "tan especial". Hasta ahí llega la inclusividad.

Ante esta realidad, los padres y los defensores del aborto aducen una serie de razones:

1.- La falsa compasión: si va a tener una vida de sufrimiento, mejor que no nazca. Así todos nos ahorramos el sufrimiento.

– Esta justificación eugenésica podría, de hecho, justificar cualquier asesinato. Cuando una persona decide la aniquilación o no de otra según el grado de sufrimiento que percibe que esa otra podría asumir, nos encontramos con una cadena de suposiciones seguramente erradas y basadas, sencillamente, en la ley del más fuerte. Al niño por nacer se le arrebata el derecho decidir sobre su propia vida por su situación de inferioridad de condiciones, de desventaja. Así, la "sociedad plural e inclusiva" elimina a sus miembros más vulnerables precisamente porque no encajan en sus cánones caprichosos, completando así el ciclo de su hipocresía genocida.

– Si morir es preferible a sufrir, todos deberíamos morir, porque todos sufrimos. El asesinato de cualquier persona "para evitarle sufrimientos" sería la excusa universal para el homicidio generalizado.

– Si se aduce siempre la libertad de decidir si morir o seguir sufriendo, ¿dónde está la autorización del niño no nacido aceptando su asesinato para no sufrir?

– Y si no es posible obtener esa autorización, ¿qué otra cosa debe hacerse sino darle la oportunidad de expresarse cuando sea capaz? Ya habrá tiempo para aplicarle la eutanasia, si de satisfacer su voluntad se trataba (nótese el sarcasmo).

– Si se considera un crimen de odio matar a alguien por su raza, sexo, etnia, religión u orientación sexual, ¿por qué no lo es matar a alguien por su discapacidad, por su sufrimiento o por cualquier otra razón (por ejemplo, el resultar molesto por simplemente existir)?

– ¿Qué cálculo se hace del sufrimiento del niño cuando es abortado? ¿Puede alguien creer que no sufre al ser desmembrado y asesinado por los instrumentos del médico? La ciencia ha demostrado que sí siente dolor. Pero la muerte es mucho más que el dolor, es que te arrebaten tomar posesión de tu vida en el mundo, el poder experimentar la felicidad y el dolor, la pena y la alegría.

 

2.- No se puede obligar a unos padres a cargar con un niño con discapacidad que podría causarles gran dolor y cuantiosos gastos.

– Lo mismo aplica para cualquier edad, infancia, adolescencia o vida adulta. Cualquier persona que cae enferma o adquiere una discapacidad debe ser atendida y ayudada. Si matar a un discapacitado para que no cause dolor o gastos es un asesinato cruel e inhumano, ¿por qué puede ser distinto el caso de un niño en desarrollo dentro del seno de su madre?

– La sociedad actual huye del dolor como de la peste porque ha decidido negar las realidades más obvias y en esa huída está dispuesto a llevarse por delante a cualquier obstáculo, incluido, desde luego, la vida de un ser humano si éste es débil, vulnerable y no puede defenderse, y sobre todo, si la sociedad se lo justifica.

– Lo que los estados abortistas dan actualmente es una coartada, una excusa para convencer a los padres de que se deshagan de sus hijos discapacitados y, de paso, ahorrarse unos millones de euros en ayudas a la dependencia, Sanidad. Se trata de cambiar muertes por dinero, con lo que se completa la deshumanización social. La sociedad ya no existe para defender la vida de sus integrantes, su dignidad, sino para escoger a los que le interesan y deshacerse de los demás.

– En ningún otro ámbito de la vida solucionamos el sufrimiento, el dolor o la molestia matando a otras personas para que nos dejen de hacer sufrir. El hecho de que se haga con los niños no nacidos es por la ley del más fuerte: se nos posibilita el hacerlo, nos lo hace otra persona por una cantidad de dinero, nos lo paga el Estado, y la sociedad (enferma) nos aplaude.

 

3.- No podemos afrontar los gastos de otro hijo más. No podemos tenerlo.

– En una sociedad occidental que vive en la abundancia no es cierto que no vaya a haber medios para atender a un nuevo hijo. Esta predicción pesimista es, de nuevo, una suposición incierta y gratuita que, para empezar, niega la providencia divina, pero se ofusca en no ver tampoco las muchas ayudas existentes para embarazos no deseados. Desgraciadamente no siempre son del Estado (al que la natalidad le importa infinitamente menos que los votos) pero sí de las asociaciones provida, que proveen generalmente de todo lo material para el niño hasta los dos años. Pero si realmente fuese verdad que no hay ni va a haber un céntimo, se puede al menos respetar la vida de ese niño, dejarlo nacer y darlo en adopción a otra familia que le colmará de atenciones.

– La excusa de los medios materiales prefiere confiar en esa predicción pesimista porque el verdadero objetivo es quitarse el problema de encima por miedo, por cobardía, por conveniencia o por irresponsabilidad. Así que vestimos ese miedo con ropajes económicos y cifras. Y no solamente matamos a nuestro hijo por esa supuesta (y casi siempre falsa) imposibilidad económica, sino que le arrebatamos la posibilidad de amarlo y cuidarlo a una familia que no puede tener descendencia.

 

Todos estos puntos se resumen en uno muy sencillo. La vida humana, cualquiera que sea, es sagrada y nadie tiene derecho a decidir sobre la vida o la muerte de otro. Ni siquiera de la de uno mismo, sin caer en el mayor de los egoísmos, porque no somos sólo para nosotros mismos, sino para todos los seres queridos ( o no) que nos rodean. La vida es el derecho de derechos, la base sobre la que se asienta todo.

Ciudadano Crítico